Al
leer “Moda y sexo” en el título del
capítulo nueve de “El lenguaje de la
moda: una interpretación de las formas de vestir” de Alison Lurie, uno
creería que el capítulo hablará sobre como la ropa influyó, y sigue influyendo
hoy en día, en la creación de los roles de género. Pero, si bien menciona algo
de esto, haciendo hincapié en “lo de mujer” y “lo de hombre”, el capítulo en
realidad hace foco en como podemos descifrar, a partir de la vestimenta, que
tipo de sexo le gusta a la persona, o como es en la cama. Por ejemplo, afirma
que una persona que se viste de colores vibrantes disfruta del sexo sin
ataduras.
Para
mi gusto, este capitulo del libro es demasiado sexista. Si bien hay que tener
en cuenta que fue publicado en 1994, y en esa entonces los pensamientos eran
mucho más machistas a comparación de los que se tienen hoy en día, eso no quita
que la autora este constantemente haciendo referencia a que la mujer se viste
para el deleite del hombre, y que todos sus prendas son signos que el hombre
debe descifrar, para decidir si quiere ir o no a la cama con ella. Por ejemplo,
habla sobre el pelo corto como signo de que una mujer estaba disponible
sexualmente.
Creo
que en 1994 la mujer ya estaba lo suficientemente liberada, como para saber que
la afirmación “la ropa de color rojo vivo, enseñar una cantidad de carne mayor
de lo normal, y llevar prendas ceñidas que marcan la silueta son signos
universalmente reconocidos” haciendo referencia a que son signos sexuales, no
es cierta. Una mujer debería poder vestirse con los colores que quiera,
mostrando la carne que quiera, y con la ropa tan apretada como ella quiera, sin
necesidad de que haya gente que piense que esto lo hace con una iniciativa
sexual. Estos pensamientos son los causantes de que en la actualidad haya gente
que piense que una víctima de violación es culpable por haberse puesto “una
pollerita”.
Y
Lurie no solo hace referencia a la mujer vistiéndose para el hombre, sino que
también marca una clara línea sobre lo que es de hombre y lo que es de mujer.
Por ejemplo, afirma que el maquillaje es una práctica puramente femenina, dando
a entender que un hombre no debería hacerlo. De todos modos, este último punto
es más entendible, ya que en los ’90 no era habitual ver a un hombre
maquillado, así como lo es hoy.
La
autora también habla sobre las personas homosexuales como si fuesen un género
aparte, ignorando el hecho de que son hombres y mujeres al igual que los
heteros, y haciendo una clara diferencia entre “lo de hetero” y “lo de
homosexual”.
Sin
embargo, si dejamos estos puntos que mencione de lado, el capitulo es muy
informativo en cuanto a historia de la moda, y registros, lo cual nos ayuda a
entender el por qué de tantas cuestiones que siguen vigentes en la actualidad.
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